viernes, 4 de noviembre de 2011

Homero

Homero es el poeta griego más antiguo y escribió los dos poemas que dieron inicio a la literatura griega: la Ilíada y la Odisea.

De Homero se sabe poca cosa, la imagen de anciano venerable*, ciego y de frente amplia nos la han proporcionado los escultores a partir del siglo IV a.C. Pero, aun así, es el pilar donde se apoyan la épica grecolatina y la literatura occidental.

Se llegó a cuestionar que sus obras habían sido escritas por más de un autor.

Homero, por Philippe-Laurent Roland, Museo del Louvre.


En la Ilíada nos narra la Guerra de Troya y en la Odisea el viaje de Ulises para regresar a Ítaca.

En la Odisea vemos que Ulises tiene que enfrentarse a la voluntad de los dioses, a situaciones muy peligrosas y a monstruos. En Ítaca le espera Penélope, su mujer, que pronto ve su palacio invadido por los pretendientes. Los años de ausencia del héroe hacen pensar a todos que ha muerto y los pretendientes presionan a Penélope para que elija marido. Ella solucionará el conflicto organizando un concurso de tiro al arco: se casará con el vencedor. Quien logre tensar el arco de Ulises será el elegido, pero sólo Ulises es capaz de tensar ese arco y es él quien gana el concurso disfrazado de mendigo.

Homero nos habla de una época lejana de la que no se sabe demasiado, es difícil imaginar esa sociedad aristocrática* que él nos describe, llena de héroes que luchan y que son pastores y de reinas que tejen y esperan a su marido ausente.

Al respecto, las palabras más sugerentes son la de José María Valverde, catedrático de Estética, poeta y ensayista en su obra Vida y muerte de las ideas

“Jonia parece ser la tierra de Homero, quien, hacia el siglo X aC. J.C., habría cantado las últimas guerras troyanas, quedando luego como mítico padre de la cultura helénica, sobre todo con la recesión de la obra homérica hecha por Pisístrato en el siglo VI aC. J.C. Homero da, pues, una versión distanciada sobre algo doblemente distanciado de la Grecia donde nacerán las ideas: el mundo de una aristocracia derivada de las invasiones nórdicas que había acabado con la civilización marítima de micenas, aportando una religión de muchos dioses casi humanos, que se aposentarían en lo alto del monte Olimpo y se cruzarían con divinidades mas vinculadas al terruño y a la naturaleza, sin poder tampoco llenar todo el ámbito religioso del  alma humana, cuyo fondo está ocupado en Grecia por una oscura religiosidad mistérica. En el orden de las ideas, el mundo de los héroes homéricos queda todavía muy lejos de la época de la filosofía incluso en carácter y tono vital: como ha señalado J. T. F Kitto, la vitalidad desbordante y carcajeante de aquellos nobles que se comen un buey cada doscientos o trescientos versos contrasta con la frugalidad realista de las épocas democrática y postdemocrática. Pero se heredara una idea que preside y empequeñece a las divinidades olímpicas: el hado o fatalidad, ese destino o superdios que han de obedecerlos dioses mismos, y en contra el cual no puede rebelarse el hombre si no quiere perecer en tragedia.”


Homero en sus obras nos describe la sociedad como si toda ella fuera pobre.
En Grecia los ricos vivían muy lujosamente y sus criados eran los que se encargaban de todo, pero Homero nos dice que los reyes y las reinas hacían el mismo trabajo que los esclavos, a pesar de que unos fueran más ricos que otros a la hora de trabajar estaban en las mismas condiciones.

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